jueves

EL DESPERTAR DEL ESPÍRITU DE NUESTRO PERÚ



Una enorme bandera peruana se agita en el centro de la calle, como una llama de fuego, al ritmo del cajón. Los transeúntes se detienen a mirar a los danzantes con atuendos moche, y en sus rostros se dibuja la curiosidad sobre lo que significa Perú para Amar. Ellos cantaron el himno nacional en sus colegios, sabían sobre nuestras huacas y Machu Picchu, no trabajaban los 28 de julio pero nadie les propuso un sentimiento verdadero hacia nuestra tierra, sin el discurso soso y vacío de los cursos de educación cívica o de los nacionalismos ciegos y radicales.
Bajo la luz de las velas y las estrellas, en el patio abierto de una casona trujillana, todos se conectaron como en un ritual, no podían faltar nuestra chicha de jora y los sonidos ancestrales. La búsqueda de propuestas que signifiquen un cambio Real y espiritual para nuestro país es la motivación de las Conferencias para una Nueva Conciencia Social: Perú para Amar, organizadas por Las Sumas Voces. La columna vertebral para articular este proceso fundamental de cambio es la cultura. Ya que la cultura es cultivo en general, regar nuestra raíz es el verdadero despertar de la cultura porque ningún cambio se dará si no se inicia primero en lo más profundo de nosotros mismos, ningún pueblo o nación puede cambiar si sus habitantes no son transformados, si no existe un conocimiento de su propio ser colectivo, de sus virtudes y defectos, de su misión en este breve espacio histórico. Un país es sus habitantes y si no hay respeto entre ellos, unión, identificación con nuestras costumbres, lenguajes y símbolos, si no contamos con un plan de difusión y valoración de nuestras auténticas riquezas; si sólo nos entretenemos en superficialidades y modos de vida extranjeros cada vez nos iremos alejando de nuestra fuente, de nuestra cultura, de nuestro espíritu.


No hay progreso sin cultura
Como un chamán contemporáneo, el cabello largo y su rostro surcado por arrugas ganadas con la sabiduría de un hombre que no ha perdido sus orígenes, el escultor Víctor Delfín nos restregó el poco amor al Perú, el individualismo autista trasmitido con desdén en la expresión ambigua de este-país, en vez de nuestro-país, nuestra-patria; no nos percatamos que vivimos en una potencia cultural con miles de años de historia.

La multiculturalidad del Perú, en constante conflicto, nos hace pensar con urgencia en hallar la armonía reconociéndonos en los otros, creando una cultura de inclusión. Las diferencias nos deben acercar en vez de crear abismos de identidad.
“Cuando seamos cultos tendremos menos prejuicios, nos vamos a querer más, seremos más generosos. El ego se marchitará y aparecerá la palabra nosotros, y esta palabra nos hará salir a la calle, cualquiera que sea nuestra condición, y nos relacionaremos con todo tipo de personas. Desaparecerán todas las diferencias. La cultura es moralidad y generosidad”, afirma Víctor Delfín, que integró la Comisión de Cultura junto a varios intelectuales, artistas y científicos, que esbozaron los lineamientos de una política cultural del país y la necesidad de un Ministerio de la Cultura.
El Perú posee una riqueza cultural y tiene todo el derecho al igual que otros países de poseer un Ministerio que fomente todas las manifestaciones de la cultura, que no es un apéndice de la educación. “La educación, el arte, el turismo, la ecología, la gastronomías, la forma de vestir y cómo nos comportamos, nuestra manera de ser desde los orígenes nos define una cultura. No es un adorno, una cosa superficial, es un compromiso con el conocimiento”.


Nos unimos o desparecemos


“En un mundo donde no existen fronteras, peligra el sentido de lo que somos, y nuestro significado como país”, afirma Yehude Simon, presidente regional de Lambayeque conocido por su austera e impecable gestión. En estos tiempos que la identidad cultural está avasallada por las “culturas” impuestas por la globalización, dentro de nuestro país nos hemos ido perdiendo el sentido de la identidad, el sentido de nuestra propia cultura sin que el Estado realice esfuerzos por preservarla.
La voz pausada de Simon invitó a la reflexión acerca del rescate de nuestra identidad regional. El Perú no sólo fue país de incas, en nuestro suelo vivieron otros pueblos muy fuertes. Un Perú de moches, tallanes, wankas, shipibos, etc. posee un pasado y presente mágico poco conocido. Pero nuestra identidad no sólo está en los museos, también existe la cultura viva. “Somos ciegos. No somos capaces de reivindicar nuestra cultura, debemos rescatar todo lo que tenemos”.

La globalización es un fenómeno inevitable e irreversible. Encerrarnos en nosotros mismos por el temor a perder la identidad es negar también el vigor de nuestra propia cultura. Una cultura se fortalece o desaparece. Buscar afuera lo que está en nosotros mismos es el extravío: la identidad no se busca ni se inventa, sólo se robustece. “La cultura de la comunidad que se mantenga, pero además tiene que aprovechar del mundo. Tenemos que aprender de otras culturas. No podemos negar a las comunidades el derecho de aprender y conocer”, afirma con énfasis Yehude.

Epílogo de una noche peruana
Es una necesidad crear un Ministerio de Cultura que organice, sin prejuicios, todos los esfuerzos para fortalecer y salvaguardar nuestros valores culturales. El único problema radicaría que se convierta en un ente burocrático y muerto.
Todos los involucrados debemos asumir un papel participativo y conciente, asumir nuestro rol en la transformación de nuestro Perú.
La luz de las velas vibra con más fuerza. En los rostros del público ya no se ve la incertidumbre inicial sobre Perú para Amar, comprenden que ser peruano es mucho más que las frases vacías de los libros escolares y los feriados por fiestas patrias. Todos se miran y se reconocen en los demás. Un nuevo espíritu los recorre por dentro.

Publicado en la Revista Las Sumas Voces – Julio 2006

domingo

EL INICIO DE PERÚ PARA AMAR


El sonido ancestral del pututo retumba mientras los guerreros Moche ingresan hasta el centro del escenario invocando a los dioses. Era el llamado, el inicio del primer ciclo de conferencias para una Nueva Conciencia Nacional: Perú para Amar. “El hambre de justicia y el hambre de libertad son constantes del espíritu. Hablamos de la vida, de la necesidad de transformarla, de la necesidad que los humanos tomemos las riendas de nuestra existencia y nuestro destino”. Así empezaba su discurso el apasionado librepensador Pedro Favaron, ante la atenta mirada de la masa congregada. Poner en evidencia las taras de nuestro país, lanzar propuestas regeneradoras al campo ideológico, al plano vital, despertar al Perú verdadero, es lo que se propone Las Sumas Voces con este novedoso ciclo de conferencias públicas en todas las regiones del país. A su turno, sirviéndose de un lenguaje poético y estimulante, el joven arqueólogo y místico Nacho Alva planteó a la civilización prehispánica como la base de la identidad y de la autoestima nacional. A decir de Nacho: “Alrededor de los templos [de los antiguos peruanos] los productos procesados se secaban al sol coloreando un inmenso mosaico, los almacenes contenían toneladas de harinas animales y vegetales; los gobernantes administraban los rituales de propiciación, redistribución y ofrendas de reciprocidad, a ellos acudían caravanas de toda América cargadas de materiales sagrados; el rojo spondylus se trocaba por maíz, el oro por maní, las plumas por verde coca…”. Finalmente, el lirismo del filósofo Alberto Benavides generó una verdadera expresión colectiva y se dio, como una flor que se abre, el libre intercambio de pensamientos entre los asistentes. He aquí la advocación que señala nuestro sueño más querido: el Perú.

“La condición del amor es la verdad. Cualquiera sean nuestros proyectos y esperanzas para el Perú, necesitamos liberarlos de la mentira en la que vivimos.
Particular modo de la caverna de Platón, aquella imagen imperecedera. Viendo y chismeando a partir de sombras, la vida nacional no puede ser sino esta payasada de la que ya habló Valdelomar.
Es en los niveles más íntimos donde la mentira es más descarnada. La farsa del catolicismo domina aún la telenovela de la que los peruanos sólo se distraen con el fútbol.
Amo un Perú sincerado, sin racismo, sin machismo, sin abuso a los niños. Un Perú de ayllus amables donde sepamos cuidarnos unos a otros, donde digamos con auténtica sinceridad NOSOTROS más que YO.

¿Cuál es el Perú que amo?

Amo los cerros del Perú,
los paisajes que he visto
con ojos alucinados,
las gentes que he escuchado,
mis padres y mis abuelos,
mis maestros y mis amigos
y no he dejado de amar
a ninguna de mis
mujeres,
“conmigo vais, mi corazón os lleva”.

Amo a los perúes verdaderos,
a lo que se esconde como se
esconde el quechua, la hoja de coca,
el campo,
y en el que se quiere
tapar el sol
con el dedo de la cortesanía.

Amo al Perú como a
una hembra
a la que uno regresa
con el rabo entre los cuernos
no por lo que uno sienta
sino por amor a ella.

Odio al Perú
porque es una gran
telenovela
venezolana.
Un paisucho
en el que casi nadie habla
con su propia voz
Un país huachafo
que niega -no digo a
sus remotos ancestros-
niega a su padre y a
su madre,
a sus abuelos.

Odio al Perú del que
los jóvenes
tienen que irse.

Amo la verdad del Perú
la que escondemos como
trapo con piojos.

Amo a los ayllus, las comunidades que han de venir
cuando acabe la mentira de clase media,
cuando lleguemos al límite, como profetiza Zurita.

Amo un Perú sin adornos
ni tetas de silicona.

Amo a un Perú de gentes
educadas, decentes.

Amo un Perú lleno de
bibliotecas y de
gentes pensantes.

Amo un Perú que pueda
decir: Somos libres sin
ruborizarse.

Pero al final
amo al Perú
porque aquí me pusieron
los dioses.
para gritar
y el amor es un grito
un grito que apenas dice
“chun”,
silenciosa espina en el
corazón clavada,
grito y silencio máximo:
nuestro amor”.




Punlicado en la Revista Las Sumas Voces , julio 2005

BIENVENIDOS A PERÚ PARA AMAR

El Perú es todavía un sueño, no flamea un mismo espíritu, no existe una identidad .En nuestra tierra conviven varios perúes, distintas culturas, diversas maneras de actuar y sentir. Desde esta página promoveremos la integración a través del reconocimiento de nuestras principales riquezas. Nuestra intención es volver a ser comunidad, ser un espacio donde todas las voces sean escuchadas y mostrar al mundo porque somos la primera civilización de América. ¡Bienvenidos¡